San Mamés existe para noches como ésta

Por Iker del Hierro Abr 4, 2023
VINCENT WEST REUTERS

Amanece en Bilbao. Los primeros rayos de sol aún no iluminaban San Antón cuando ya se han visto las primeras zamarras zurigorri paseando por la villa. Intentando rimar con las banderas que llevan días ondeando en los balcones, esas camisetas caminan hacia sus quehaceres con un brío que no sea estila antes de las ocho de la mañana.

Por las calles del Botxo empieza a haber más movimiento, a medida que el sol matutino va descendiendo por la torre Iberdrola. Las persianas de los comercios se van abriendo sabiendo que cuando cierren el mundo contendrá la respiración a escasos momentos de un evento histórico en cierta catedral. Los leones saldrán en una cacería que decidirá quién llega a una final.

Otro día más la ría cambia su color negro por los matices que le permiten el no ser el mismo cuerpo de agua que fue antes de los noventa. Cuando era más normal que el Athletic llegase a finales y que embarcaciones surcasen las turbias aguas para celebrar que el equipo había logrado otro título copero más. Esos días quedaron atrás y ahora todo cuesta más del triple, desde el pan, hasta creer que la ría un día estuvo tan abandonada o conseguir un nuevo título para las vitrinas del club.

Restan cada vez menos horas para el encuentro futbolístico que decidirá si acabamos la temporada antes de tiempo o el club de nuestra vida nos vuelve a regalar un periplo de pura ilusión. Nos jugamos un pase a la final, pero también el enganchar a los chavales y chavalas al Athletic, algo cada vez más difícil. Los jugadores lo saben, y se conjuran para convencernos de que no van a escatimar esfuerzos para poder darnos esta ansiada victoria.

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Estaría mintiendo si no aclaro que también nos jugamos otra cosa: el convencer a nuestro niño interior de que sí se puede volver a ganar una copa y pelear de verdad en una final. Queremos irnos algún día a la cama con la certeza de que no hay nada malo en querer soñar; que podemos confiar en que esto que es más que fútbol nos traerá de una vez por todas una tremenda alegría.

La fortuna favorece a los valientes y la gloria nunca deja a deber. Para poder siquiera pensar en ganar La Copa, hoy toca pasar por encima de un equipo que tiene nuestras mismas esperanzas. Pero hoy jugamos 50.000 personas contra 11. Hoy la épica llama a nuestra puerta y habremos de ser los mejores anfitriones, como hemos sido muchas otras veces en San Mamés.

La historia dirá si fuimos demasiados atrevidos al decir que esta competición tiene que ser del Athletic en nuestro 125 aniversario. La copa número 25 será nuestra si salimos al verde como salen los leones: a comernos a cualquiera que se plante enfrente. Y lo que tenga que venir después, que venga; que aquí seguimos y seguiremos, siempre juntos contra el rival que nos quiera batir.

O ganamos este partido o ganamos este partido. No hay otra opción que vislumbremos ni los aficionados, ni los jugadores. De hecho, es importante que los que van a saltar al césped sepan lo que nos jugamos hoy a las 21:00 en San Mamés. Tenemos que meter el miedo en el cuerpo a unos rivales que saben que han venido al peor coliseo a librar su batalla. Somos Athletic, somos Copa y vamos a hacer historia.

Sólo queda saber si la pelota será nuestra amiga, como ya lo fuera de niños, cuando empezamos a enamorarnos de esto. Falta por saber si ese tiro al palo entra de rebote o cae en segunda jugada, porque es la grada la que tendrá que empujarla a gol. Detalles aparte, hoy es el día en el que pasamos a otra final. La villa está de gala y los athleticzales no defraudarán. Bilbao sabe que San Mamés existe para noches como ésta.

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