Acabado el partido del campo maldito para el Athletic en el siglo XXI, el resultado dice lo de siempre: derrota clara y pocas ocasiones a favor, pero en este caso, la sensación de vergüenza es absoluta. Se puede perder, de hecho es lo que más hacemos en la ciudad condal, pero no podemos permitir que los jugadores del Athletic se arrastren por el campo, por muy mal que suenen estas palabras, hoy no se ha salido con la intensidad ni con la claridad de ideas que hacen falta en el fútbol profesional.
En lo que va de siglo, se ha ido a casa del Barcelona a ser protagonista, se ha ido a jugar a la contra y se ha ido a plantar el autobús. Se pueden entender todos los estilos del fútbol actual viendo las diferentes propuestas que han planteado los entrenadores del Athletic en las visitas al Camp Nou, pero el resultado siempre es el mismo y rara vez traemos botín alguno.
Lo diferente es que hoy hemos asistido al que puede ser firme candidato a ser el peor partido de la década de nuestro equipo, al final de estos años 20 costará encontrar tres o cuatro partidos peores que el presenciado hoy. No es que se pierda, es cómo se ha perdido. Mañana los usuarios del metro de Barcelona se van a encontrar con el escudo del Athletic por alguna estación, porque ha acabado bajo tierra de todo lo que lo han arrastrado por unos jugadores superados en calidad, en acierto y en físico por un equipo en el que destacan cuatro chavales de menos de veintiún años.
En una noche calurosa en la ciudad condal, los vascos pusieron varios momentos de bochorno, defendiendo como juveniles y llegando a fallar una ocasión clara sin portero. Ni el fútbol, ni los nuestros nos han querido dar el gol del honor, y quizás eso ha sido lo único con sentido de la noche, porque no mereces salvar el honor si te has dejado el orgullo en casa. Al final, entre laterales a medio gas, un central que hoy ya practicaba como local y unos delanteros que no son autosuficientes en la generación de ocasiones, hoy tocaba palmar, pero nos hemos visto jugando a un deporte diferente al que practica el Barça, como si fuéramos niños que se enfrentan a atletas de primer nivel.

Eso sí, que nadie se lleve las manos a la cabeza por perder ante el Barcelona o el Madrid. El del Atlético en San Mamés sí era un partido de raspar algo más, pero quizás son los tres equipos ante los que uno se puede permitir salir de vacío. Más delito tiene el no ganar en Getafe o perder contra el Espanyol, pero el de hoy ha sido el único partido en el que el Athletic no ha merecido más. Confiemos en que sea una mancha fea dentro de una bonita temporada.
Nos hemos dado un baño de realidad ante dos equipos que no juegan en nuestra liga, pero si pierdes estos partidos y ganas ante todos los equipos del noveno hacia abajo, las matemáticas te llevan a Europa sí o sí. Tras dos míseros empates y dos derrotas en cuatro partidos, toca volver a la senda de la victoria ante un rival directo y les toca a los jugadores recuperar la ilusión de su gente para las batallas por venir. Bien saben que la parroquia bilbaína va a estar a la altura del escudo.
Seguimos en Europa a cuatro puntos de Champions y quedan tres partidos antes del parón mundialista, de esos que debes tomarlos como finales para recuperar la ilusión. Toca volver a vencer y a convencer, porque el fútbol de primera división se diseña desde el banquillo, pero se gana en el campo. Este fútbol lo deben ganar los hombres del Athletic Club. Y a partir de ahora tienen que parecer leones.